Sonia Pueche y Jaime Mato se consideran en constante aprendizaje y en proceso de experimentación continua y basan su trabajo creativo en la libertad porque el suyo es un crecimiento orgánico que no responde a un plan preconcebido. En ello radica quizás el sólido recorrido de Época Ceramic, la cerámica hecha con calma.

¿Cómo fueron vuestros inicios?
Nuestros comienzos surgieron de forma muy natural. La cerámica nos llamaba la atención desde hacía mucho tiempo y casualmente había una escuela en frente de nuestro taller en Malasaña.
Allí dimos los primeros pasos y seguimos ampliando conocimientos por nuestra cuenta porque después de las clases siempre teníamos ganas de aprender más. Así, poco a poco fuimos haciendo nuestras propias piezas y creamos un perfil de Instagram para mostrar lo que íbamos aprendiendo.

¿De dónde viene el nombre de Época Ceramic?
Al crear el perfil de Instagram, necesitábamos un nombre y pensamos que aquello de la cerámica seguramente sería una época que recordaríamos en nuestras vidas y elegimos ese nombre ‘época’, que representaba ese momento en el que empiezas algo pero no sabes ni intuyes dónde te llevará.
¿Por qué elegisteis este material y cómo fueron los primeros experimentos para que os atrajese tanto la cerámica como para montar vuestro propio taller?
Cuando comenzamos a tener un poco de experiencia en cómo trabajar el barro, se empezó a generar interés por las piezas a través de Instagram y de gente que pasaba por el taller. Nuestro primer encargo no tardó en llegar, fueron unas lámparas para el restaurante El Loco Antonelli, en el barrio de Chamberí, y a partir de ahí comenzaron a surgir otros encargos.
Nos interesan mucho los materiales naturales y el barro es muy versátil porque pasa de ser algo ‘pastoso’ a convertirse en aquello que tienes en la cabeza. Nos apasionan sus distintos procesos hasta que el barro llega a ser cerámica y lo que ocurre dentro del horno nos parece casi alquimia.


¿Con qué técnicas trabajáis?
El mundo de la arcilla es tan amplio que es algo que vas aprendiendo y, a medida que tu gusto va evolucionando y vas descubriendo cosas nuevas, vas conociendo los distintos métodos. Nosotros tratamos de emplearlos con toda la libertad.
A la hora de modelar empleamos técnicas como colombín, plancha y torno, también el vaciado o Kurinuki como lo llaman los japoneses, una técnica que según su tradición simboliza que vacías tu mente mientras vacías la pieza. Un modo de verlo que nos encanta y que intentamos aplicar mientras hacemos piezas con esta técnica.
Lo que no usamos son moldes, ¿quién sabe si más adelante nos atraerán? Pero, en este momento no.

¿Qué parte del proceso creativo es la que más satisfacciones os da?
La que más nos gusta es la parte de modelado.
¿Cuáles son vuestras fuentes de inspiración?
Nada en particular y todo en general.
Realmente no hay una inspiración concreta porque está en todas partes, ya sea en algo que te llama la atención, una idea o un concepto y eso a veces tardas años en plasmarlo. Puede estar en la naturaleza o en cosas insignificantes, piedras, emociones que sientes al caminar por el campo, culturas, la arquitectura, Japón…
Nos llaman la atención todo lo primitivo o las piezas de autor desconocido, anónimas por proceder de épocas remotas, incluso, de la prehistoria.
Si tuviéramos que dar un nombre que nos apasione a los dos sería el de Axel Vervoordt.


¿Maestros a los que os gustaría parecernos?
Nos gustaría aprender de la mano de Rembrandt, Chillida, Saul Leiter o Leonardo da Vinci, por ejemplo, pero la lista es infinita y cambia cada día que descubrimos un nuevo artista que nos apasiona.
¿Qué significa figurar en la guía Homo Faber para vosotros?
Significa algo que no esperábamos, algo de lo que estamos inmensamente agradecidos. Día a día, trabajando y siendo constantes, queremos honrar de alguna forma esa posición tan privilegiada como es estar en la selección de artesanos de la Michelangelo Foundation.
Para nosotros significa que vamos por buen camino y que debemos seguir trabajando, aprendiendo y mejorando.


La cerámica es una de las artesanías que más se están revalorizando actualmente, ¿cómo veis vosotros esto? ¿Será una moda pasajera o algo que tiene que ver con la tradición artesanal española?
Vemos genial lo que está ocurriendo y que el trabajo artesanal tenga interés porque significa dar valor a nuestra cultura. Quizás sea resultado de un efecto péndulo por el que la sociedad a veces cambia de gustos diametralmente opuestos, lo que nos lleva ahora al lado contrario. Lo cierto es que España está llena de artesanía por todos lados y existe gente anónima que hace cosas espectaculares.
Creemos que lo necesitábamos y es fruto de esa pulsión inconsciente del colectivo.

¿Cómo definiríais Época Ceramic de la forma más breve posible?
Somos bastante de no tener plan y desde el comienzo no ha habido nunca una idea sobre la que hayamos ido trabajando sino que ha sido todo tan orgánico que no hay ninguna idea clara que nos defina.
Nos sentimos muy libres haciendo este trabajo porque empezamos a hacerlo por amor al arte, como algo que hacíamos para nosotros mismos y queremos mantener esa esencia para que nos siga gustando tanto como entonces.
Ponemos nosotros las condiciones sobre la manera de trabajar y, por esto, Época ha sido un espacio sin ataduras y así lo queremos defender. También por eso no hacemos tiradas largas del mismo objeto e intentamos darle la personalidad a cada pieza o darle la energía que necesita.
Es místico pero es algo que cuando lo haces con gusto notas que eso se transmite. Lograrlo conlleva trabajar tranquilo y no perder de vista esta manera de trabajar porque así fue como nació.

¿Cuál es el papel que pensáis que tiene la artesanía en el momento y la sociedad actual?
Es un vínculo para retomar espacios de creatividad en un mundo tan digital en el que no tocas las cosas, solo las estás viendo y, por este motivo, es necesario retomar el contacto. Como en otras disciplinas, hay cosas sencillas y básicas que para quien hace cosas manuales supone un disfrute enorme, es una demanda en un momento tan frenético
como en el que estamos.
Hay una parte de la sociedad que está comprando objetos con alma porque tiene una necesidad interna y todo lo que está hecho a mano está dotado de más personalidad o alma. No sabríamos decir cuál es la palabra que mejor lo explica, hay una carencia y esto te devuelve a lo manual, sientes ese acercamiento más humano.
Son objetos que a medida que los usas en tu vida diaria generan una relación de ritual. Esto ocurre cuando te da gusto hacerte un té cada día o enciendes esa lámpara que te relaja. Con otros objetos hechos en serie no se produce esa conexión. Pueden ser cosas tontas que te gusta tocar y usar, como una navaja de Taramundi o una tetera hecha a mano, es algo que acaba condicionando tu mente como un efecto Pavlov, pero de un modo positivo y esto es interesante en un momento en el que nos cuesta enfocarnos porque estamos distraídos por las multi-pantallas.

El proyecto Iris, Panod y la Tienda y Wine Bar Rioja Alta exhiben piezas vuestras realizadas para Villalón Studio. ¿Qué es lo que os emociona más de trabajar para un estudio de interiorismo como éste y que singularidades tienen este tipo de encargos?
Lo más interesante es cuando hay mucha conexión con las personas o estudios que nos contactan, en el caso de Villalón Studio remamos en la misma dirección y cuando realizamos piezas para sus proyectos, esas piezas encajan como piezas de un puzzle, las piezas cobran sentido, forman parte de un todo en sus espacios.
Para nosotros admirar a las personas con las que trabajamos es fundamental, no siempre pasa, pero cuando ocurre, salen cosas preciosas.
¿Os preocupa el impacto que pueda tener vuestro trabajo en la naturaleza?
Nos preocupa el impacto tanto de nuestro trabajo como de nuestra vida diaria, tratamos en la medida de nuestras posibilidades ir reduciendo la huella, nos informamos y vamos aprendiendo sobre la marcha de nuevas posibilidades que son más sostenibles.
Ahora, estamos aprendido a hacer esmaltes que están hechos con huesos o conchas molidas y cenizas, por lo tanto, no son tóxicos, es algo muy interesante pues son completamente biodegradables.


¿Cómo abordáis la creciente preocupación social sobre sostenibilidad?
En la cotidianidad del taller los materiales que utilizamos son barro y agua, no hay desperdicios, pues todo el barro que sobra se vuelve a reutilizar. Los esmaltes todos están libres de plomo, pero seguimos investigando, como os comentamos anteriormente, la posibilidad de esmaltar con materiales biodegradables.
En Época, el packaging no contiene nada de plástico, al contrario, buscamos protecciones de nido de abeja (hecho en papel) que amortigua o cartones ondulados que hemos seleccionado entre diferentes empresas para buscar que sea de mínimo impacto. Utilizamos sellos de caucho ecológico de Selloa en vez de imprimir tarjetas o imprimir cajas de cartón, y todo nuestro precinto es de papel Kraft.
Nuestras tarjetas que acompañan los pedidos están realizadas por artesanos y tienen el sello OCCGuarantee®.
Cada día vamos mejorando un poco en este aspecto y esperamos ir reduciendo la huella diaria.

¿Qué proyecto con el que soñáis hacer algún día os gustaría llevar a cabo?
Nos encantaría hacer instalaciones de móviles en un entorno natural y encontrar un espacio donde llevar a cabo nuestro proyecto vital.
